Como ya he mencionado anteriormente, el ser humano registra absolutamente todo de todas las experiencias que vive, recordando solo una pequeñísima parte de ese todo, y relegando al inconsciente el resto de esa enorme cantidad de información que, en vez de borrarse o desaparecer, permanece operando desde la sombra, provocando reacciones y respuestas que, en ocasiones, afectan a nuestro cotidiano.
Algunas de esas memorias quedan registradas en nuestra piel, y cuando somos tocados se activan, despertando sensaciones que, en ocasiones pueden ser hermosas y expansivas, y otras, desoladoras.
Por eso te traigo esta práctica, para que puedas indagar en esos recuerdos de tu niñez y adolescencia, y puedas contar la historia de tu piel, tomando consciencia de sus necesidades y anhelos y, por supuesto, ofreciéndole un espacio cuidado donde poder pedir aquello que necesita.
Aunque esta práctica se puede hacer en solitario perfectamente, te recomiendo mucho hacerla con otra persona, así que llama a tu pareja, o un amigo, amiga, alguien que pueda tocarte con presencia y amor.
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